No existe el feminismo interseccional

Desde la aparición del patriarcado en las diferentes regiones del mundo, hay lucha de mujeres. Mucha de la lucha de las mujeres se puede entender hoy como feminismos, pero no siempre es así, es decir, puede haber lucha de mujeres sin decirse ni posicionarse contra el patriarcado.

Según el tiempo y contexto se han creado posturas. El feminismo negro, chicano, chino, africano, latinoamericano, estadounidense, australiano, etcétera. Según sirven al patriarcado lo hemos dividido en feminismo liberal (a favor de las leyes de los hombres) o radical (desde las mujeres y por la creación de otra munda. Sin embargo, quienes más han ocupado la palabra “radical” a secas han sido mujeres blancas, esto es así porque provienen de un contexto privilegiado, para ellas no importa si eres morena indígena o blanca alemana, somos mujeres y la única “diferencia” que hay entre nosotras es por la feminidad impuesta, de ellas hemos aprendido muchas cosas, pero no hemos aprendido nada para desmontar el mundo capitalista colonialista racista y patriarcal, más bien lo protegen al ignorarlo.

De las que sí hemos aprendido es de las mujeres originarias de Abya Yala, o sea, de las lesbofeministas (el origen del lesbofeminismo es de Abya Yala, sobra aclarar), de las comunitarias y de las feministas antirracistas. De estas tres posturas no son las tres radicales si entendemos la creación de otra munda o separatismo como radical, o más bien la priorización de las mujeres como lo radical, ni las comunitarias ni las antirracistas se oponen a la presencia de hombres y suelen defender el concepto “hombre feminista”, o “solidario” o “revolucionario”, además, están a favor de la embestida neoliberal de lo trans, es decir, son pro-trans. Así que de esas tres posturas (comunitarias, antirracistas y lesbofeministas) solo el lesbofeminismo sería radical al planear un mundo para nosotras, pero no es radical en los términos blancos porque sí importa ver el racismo y colonialismo, pero sí es radical en tanto se plantea otra munda desde la raíz.

La interseccionalidad suele ser una carta bajo la manga para decir que lo radical es blanco, que sí lo es la gran parte de las veces, pero la interseccionalidad es liberal porque proviene de una liberalización del marco vivencial y teórico del feminismo negro estadounidense, es una palabra que aporta una abogada afronorteamericana. El feminismo negro (y también desde Abya Yala, como el comunitario y lesbofeminismo) dice hay más sistemas de opresiones que el sistema de opresión sexo, la interseccionalidad dice que estas opresiones solo están entrecruzadas, y para entenderlas las vuelve cuotas, actualmente hay manuales de interseccionalidad en todos los niveles de gobierno porque es una medida de cuotas, incluyentista, de la igualdad por el sistema patriarcal, o sea, a favor de éste, por eso hoy quienes sostienen la interseccionalidad son las liberales y blancas, las pro trans, las pro explotación sexual, las pro alquiler de vientres, ojo aquí.

No existe un feminismo interseccional, es falso, existe un feminismo negro, antrracista, chicano, comunitario, lesbofeminista, latinoamericano, autónomo, chino, africano, islámico, etcétera… mujeres que han dicho bien en alto cómo el sistema sexo convive con otros sistemas de opresiones como raza, sin embargo, al patriarcado le encantó reducir cientos de geneaologías feministas simplemente en “intersecciones”, por eso borra esas propuestas, ni las menciona, nos hace parecer que es muy “nuevo” (“feminismo interseccional”) que algunas mujeres se dieran cuenta que existe el racismo, obviamente estamos viendo todo con los ojos de las mujeres blancas que nuestras abuelas saben desde que nacieron que había que enfrentar el racismo recalcitrante de ser mujer latinoamericana. -> Ahora, otra cosa, la manera como se priorizan esas opresiones podría marcar que un feminismo sea radical o no, al final varias propuestas antirracistas que se dicen feministas, que con muy críticas con el sistema colonial y nos ayudan a entenderlo para imaginar salidas, terminaron por afirmar a través de la teoría y sus acciones, que las mujeres no importábamos en nombre de la comunidad de hombres, situándose a sí mismas para después, tal como el patriarcado dispuso. Por otra parte, las radicales blancas siguen citándose entre ellas que escribieron en escritorios mientras nuestras abuelas parían decenas de hijos e hijas. Las radicales a secas siguen siendo profundamente racistas.

Si me preguntan, es el lesbofeminismo el que condensa mi actuar político, sí es sin hombres, sí es con mujeres, pero con las mujeres con las que tocamos la tierra.

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