Mi nombre no alcanza los registros coloniales

El otro día me dijeron que era buena «difundiendo» ideas feministas, me lo dijeron mujeres del otro lado del oceáno.

¿De quién? Son mis ideas.

Quien me lo decía me explicaba que como no tengo apellido italo-francés-inglés-europeo, lo más seguro es que hubiera leído de otras lo que pienso.

Sí, he leído, amo leer, pero no es de ellas, mi cuerpa en Abya Yala está llena de creación de mis ancestras, soy capaz de imaginar, pensar, hablar, ¿no lo crees en tu racismo?

Pero a ellas las he visto citar a mujeres latinoamericanas siempre que tengan un distintivo colonial, un apellido que suene más a aquellos lugares, a mí no me citan aunque me lean, es gracioso porque les escucho frases enteras que dije, pero no es a mí a quien adjudican, es a replicadoras blancas, blanqueadas de mi contexto y lo peor es que creen que no me doy cuenta, porque como no soy mujer blanca ni con apellido que recuerda a Europa,
y como creen que no puedo pensar,
tampoco hablar por mí misma, ellas creen que es probable que tampoco pueda darme cuenta que usan y deshacen mis palabras.

¿Cómo creen que no me voy a dar cuenta si usar un término y no otro viene de mi historia? ¿Cómo creen que no me doy cuenta si usan los ejemplos que proceden de mi vida?

Pero yo las conozco, se pasan citando a las que del sur tengan apellido europeizado, caras blancas, gestos coloniales académicos, mientras a otras nos borran sin pena.

No se preocupen ni se asusten, simplemente sabemos quiénes son y no son bienvenidas.

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