Para mí el feminismo, en específico la lesbofeminisma –porque no acciono ni vivo desde otro lugar– es estar continuamente equilibrando dos posicionamientos:
1) Analizar el sistema como conjunto de opresiones sexo, raza y clase que me sobrepasan y me determinaron; y
2) Analizar mi vida personal con sus potencias y cambios de rumbo determinados por mí misma.
Esto no es sencillo, es un trabajo diario para no caer en posicionamientos limitados: o que nieguen la existencia del sistema patriarcal o que nieguen la rebelión desde abajo, de cada una y juntas todas; sin embargo, no todas las feministas lo contemplan así:
a) Están por ejemplo, las que se quedan centradas en el punto 2 a modo de decir que «el cambio está en ti misma» o «que el patriarcado está en la mente», pueden encontrar este pensamiento en consignas como «el trabajo sexual es trabajo porque lo decido» o «no hay que hablar de opresión porque soy más que eso», pero el sistema no se va por no nombrarlo, ahí sigue y te determinó, nos socializó, o sea, no hay decisión en la explotación sexual, estás siendo sometida así sientas que lo «decidiste» o creas que otras «lo decidieron», eso es normalización de la opresión. Y también es cierto que somos «más que opresión», pero también somos opresión, no decirlo es hacer invisible al patriarcado, feminicidas, proxenetas, violadores, a los hombres, quiero decir.
b) Por otro lado, están las del punto 1, son pocas, pero afirman con vehemencia la existencia de proxenetas, feminicidas, violadores, suelen ser radicales, no siempre, pero digamos, cercanas a este pensamiento. Desde aquí se suele caer, lo he visto poco, pero lo he visto sobre todo en quienes inician en el feminismo, en decir que no podemos hacer mucho porque todo el sistema ya ganó todo, nuestra vida y aliento. Bueno, no, la rebeldía siempre es posible, abandonar la heterosexualidad es real, no tienes un destino, no naciste para un hombre, no hay un camino trazado para ti, puedes abandonarlo –con sus límites– para reinventar todo, también puedes revisar tu propio patriarcado, tu envidia, tus mentiras, tus acciones misóginas hacia otras, sí, sí las tienes, no, no eres tú el feminicida, pero las tienes. Se trata de saber que incluso siendo víctima en una relación, puedes dejar de serlo porque no hay condena de violencia como destino sobre ninguna mujer, eso es el tema, se puede escapar, puedes irte aunque estés siendo sometida y no quiere decir que entonces se queden las cobardes, se trata de entender que la violencia opera de forma completa y que a pesar de eso, se puede tener esperanza, pero ninguna mujer es culpable de la violencia que se propina contra ella, eso es culpa del agresor.
Pero no sabemos equilibrar, nos vamos de un lado a otro, a ratos decimos «yo permití esa violencia», pero no, hay un sistema, él te agredió, sí fue violencia; y otras veces decimos «no puedo dejar de ser heterosexual» porque así me hizo el patriarcado, mentira, sí puedes, la rebeldía es un camino para todas, no traes un destino marcado por ellos. Hay que equilibrar, no des-responsabilizar al patriarcado y no des-dibujarnos las alas, porque esas siempre fueron nuestras.