Vecina lesbiana

Hace casi tres años que vine a vivir a la zona donde rento un departamentito. Desde entonces una señora siempre se me acercaba curiosa, cómo estás, mi hermana vende comida, cuándo vienes a cenar. Yo contestaba cortésmente que un día, la escuchaba y seguía mis actividades. No hay razón para que no asistiera más que mi hambre y su oferta no cruzaron caminos. De todas formas su invitación ocurrió cada tiempo durante los últimos tres años. De no ser porque la señora es evidentemente lesbiana, pero también evidentemente no lo sabe, habría pensado que de alguna manera era un saludo casual de esas amenidades que usan las que creen de sí mismas que son heterosexuales, y no como en realidad era, una coquetería suya.

Hace no tanto, me miró tomar por la cintura a la amora mientras nos besábamos, no me di cuenta que ella estaba hasta que sentí que alguien hacía una mueca, caminé cerca de sus muecas y no volví a saber de ella. Ahora cada vez que coincidimos en la calle, se voltea, finge que su perro tiene un problema y debe ayudarlo, o vuelve a meterse a su casa. Hoy más bien creo que no se trata de lesbofobia, o no solamente, sino que implícitamente sus coqueterías veladas la pusieron en el banquillo de los celos y la confusión sobre las otras, esas que quiere ser, pero no es aún.

Yo como soy una chica sin culpas, paso lentamente cuando ella está cerca, admirando su confusión y vergüenza con mi vista periférica, pensará que me estaba coqueteando, pensará que yo lo sé, en ambas cosas no se equivoca.

Por otro lado, hay una señora que he llamado mi vecina-amor-platónico, se la he enseñado en secreto a la amora, mira, ella es mi amor platónico, es una mujer fuerte, de cuerpa lesbiana, con cabello largo y rizado, siempre viste pantalón de mezclilla y playeras deportivas. La veo y suspiro, ¿se puede ser tan abiertamente lesbiana que brillas al caminar? sospecho que tiene un esposo e hijas, no lo sé, creo que un día la vi con su familia, de todas formas parece saberlo bien a bien y a veces me sonríe tranquila en los buenos días, como diciendo: bien, tú eres lesbiana, yo soy lesbiana, el cielo es azul, ¿qué te sorprende? Me la he encontrado en los lavaderos de la azotea, tendiendo su ropa, y pienso que es un día de buena suerte, es que si ves a la lesbiana de tu vecindario, es un buen día, un rayo de las diosas nos ha iluminado a ambas.

Miren, miren, ahí va mi vecina amor platónico y ahí está la que aún no sabe qué hacer con su lesbiandad, la que se fue a esconder tras el portón. Este es mi vecindario.

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