Las madres hacen mucho daño. No están como queremos que estén. No cuidan como queremos que nos cuiden. No nos quieren como queremos que nos quieran. Nos enseñan a obedecer, están amargadas y nunca están felices. En cambio, los padres son los héroes, tan encantadores, con sus lecciones de vida, con su sabiduría, con su fuerza para jugar, con su camisita bien planchada. ¡Quién sabe de dónde vendrá el cansancio de la madre! ¡quién sabe por qué esa mujer es tan amargada y gruñona! ¡Quién sabe de dónde vendrá la conversación encantadora de papá, que lo sabe todo, con su camisita planchada por arte de magia, sus cachetes de buen comer y sus bolsillos con más dinero que mamá! Quién sabe, ¿no?
