Hubo investigadoras lesbianas que se atrevieron a pensar que el primer nodo de amor lésbico fue la madre y la hija, en las sociedades ancestrales. En las sociedades ancestrales, alguna hija adulta algún día pare y es la abuela quién se encarga de las crías, así la hija adulta sale a cultivar y cazar —con otras mujeres adultas— y a recorrer trayectos largos mientras la abuela cría en un espacio seguro, a lado de otras abuelas, a todas las niñas de la comunidad. ¿Los hombres? Ellas, las autoras lesbianas, dicen que vivían aparte, a kilómetros de distancia, y se iban a cazar para ellos, o sea, su alimento era para ellos nada más porque vivían en comuna homosexual. Ahora miremos alrededor, las cosas no han cambiado, solo que ellos vinieron a nuestros espacios y nos volvieron sus esclavas, siguen cazando para ellos, y nosotras seguimos cuidando para nosotras, compartiendo y creando vida. Ya nada más falta que nos demos cuenta de la loca fantasía que se inventaron con la figura del «marido», «padre», «hijo» y «novio» para diluir el amor entre mujeres, así ocultaron su homosexualidad, aunque se la procuraron construyendo espacios donde nosotras no podíamos entrar (el mundo entero); y a nosotras nos condenaron a creer que hacíamos nacido para ellos. Vuélvete lesbiana, es decir, vuelve a ser lesbiana: Recupera tu historia. Volvámonos lesbianas: volvamos a ser lesbianas.