El otro domingo en una subida de esas en que las piernas no dan y una tiene que bajarse de la bici y subir caminando. Me encontré en la cuesta a una niña de unos nueve años que iba con un señor, quien asumo era su padre, por el tono de la conversación pienso que es un señor que ve cada fin de semana. Yo había aguantado lo más que pude y casi en la cima, me bajé, ella me miró con mucha atención, la forma como venía vestida, con mis leggins multicolor, el tipo de bici, azul feliz, y le dijo a su padre: «Yo pienso que yo aquí me iría caminando». Su papá iba sobre la bici y le hablaba de como entrenando eso ya no pasaría. Y ella mirándome le avisó que ella ahí se bajaría para irse caminando. Primero me sentí mal por no aguantar la subida número muchos del trayecto, pero luego me alegré de que ella supiera que su identificación es con otras mujeres y no con ellos.