Receta para el caos

Luego no sé por qué creemos que si no estamos día y noche, en una codependencia, entonces no es amor lésbico de a deveras. ¿Ustedas ven a sus amigas a diario? ¿Ustedas creen que hay una forma ideal de amar a las mujeres? ¿Ustedas se imaginan que otras vivimos pegadas como muéganas y que si ustedas no hacen eso, entonces no saben amar a las mujeres? ¿Quién dijo? ¿O que si la otra no quiere renunciar a su tiempo entonces no las ama? Nada más alejado de la realidad. La otra existe para sí misma, no para llenarle los vacíos a nadie, menos su agenda, menos para zurcir sus heridas del pasado. Podría colaborar, pero no es su obligación. En todo caso nos vamos acompañando mutuamente, a nuestra manera, en nuestros tiempos, además, vivimos en el capitalismo, el tiempo es chamba, hay que pagar o ayudar a los gastos de mucha gente más que una. Esto es obvio, somos más que la novia de otra, tenemos empleos, somos hermanas, algunas son madres, somos hijas, somos vecinas, pasamos duelos muchos, preocupaciones, la vida, no puedes aspirar a que la otra sea tuuu-novia sin sus otras dimensiones. Pero como somos mujeres, no aspiramos a que la otra sea miiii-novia como posesión sino desde una especie de dolor muy profundo y hondo, algo así como: Debes demostrarme que me quieres por todas las veces que en mi vida me dijeron que no me querían. Válgame, la otra qué culpa tiene o qué. La culpa es del patriarcado, dimensionemos. Yo creo que todas sabemos que nuestras amigas nos aman como pueden, en los tiempos que pueden y quieren. Yo soy muy de espacios. Algunas amigas siento que también; y las que no, hemos tenido que irnos entendiendo, me ha tocado entender su necesidad de cercanía y a ellas mi necesidad de espacios. Eso me gusta, que nos escribimos en tiempos más o menos sincronizados y cuando queremos, casi siempre cuando he sentido que alguna compañera me está exigiendo atención, me termino alejando a la brevedad, aquella que con un mensaje viene un reclamo, o que aprovecha cualquier tema para decir que yo «debería» ser esto o lo otro para cumplirle su expectativa de amor, la verdad es que suelo irme, esa relación no logra contarse en años, lo que está pasando es que me anda haciendo responsable de algo que trae adentro y no, gracias, orita no. Claro que habrá quienes quieran acompañarse desde el día y la noche, los mensajes cada hora, las renuncias a sus otras relaciones, claro que ya estuve ahí, apenas soñé con ella, venía a una de esas citas que hicimos a ese gran bosque friolento, me decía que esa tarde no tenía nada qué hacer más que mirarnos de cerca, acepté en el sueño, pero desperté pensando que esa tarde tenía que trabajar e ir por la documentación de un trámite colapsado por la pandemia. Claro, en esos tiempos, cuando estuve con ella, allá varios muchos años atrás, en que nuestra vida no tenía rumbo y había mucho desempleo, parecía que no había mejor plan de vida que permanecer como muéganas, como imaginarán, terminó mal, pero ahora lo sé. También conozco amigas que viven con sus amoras, a pesar de la convivencia, el secreto de su bienestar compartido –que yo logro entender según lo que me han dicho– es que no han olvidado que una es una y la otra es otra, que cada una tiene su tiempo, su vida, sus espacios y que en todo caso nos vamos acompañando, pero eso de que la otra debe arreglarle la vida a la otra o llenarle la agenda, solo es receta para el caos.

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