Escribir

Yo sé que mi poder mágico es la palabra escrita y cada vez un poco más hablar. Pero yo soy muy tranquila, no sé por qué me leen alterada o por qué esperan que sea muy imponente al conocerme en persona, no lo soy. Soy más tímida de lo que puedo aceptar y me asusta y cansa tener que confrontar a la gente. Soy más de la estrategia preventiva, no quiero vivir tal cosa, entonces me armo un plan preventivo. De cualquier manera respondo, he aprendido a defenderme como toda mujer en el patriarcado, mi descubrimiento más increíble fue cuando un asaltante me quiso manosear y quitar el celular, pero yo corrí para golpearlo y él salió despavorido. También una vez que un tipo nos corrió a mí y a una amora de un lugarcillo para bailar y me puse muy intensa a echarle bronca con todo y poner mi cuerpa bien parada junto a él, bien raro, pero es que hay que responder, yo ya estaba lista para todo, hasta le decía sus cosas como si fuera yo una héroa indestructible. De todas formas no es algo que me interese vivir, me siento mal después de ese momento, me da para abajo y me siento diminuta. Mi hermana A. es muy intensa, ella defiende cada uno de sus puntos, como mis amigas. Me asusta cuando G, amiga de la comarca, le habla golpeado a los taxistas, temo por mi vida, pero ella está segura de cada centímetro de ella, la admiro, les dice: por aquí sí, por allá no, eso no se hace, pero con otras mujeres sigue tranquila. Mi hermana es un poco igual, le vale llevar el debate a las últimas consecuencias, yo hiperventilo, me pongo nerviosa cuando la veo hacer eso, siempre se mete en aprietos, pero también se sabe todos los lugares del mundo donde se pueden meter quejas, ella ama quejarse como deporte y se divierte, mi madre la apoya, me uno a las porras, pero me pongo muy nerviosa justo ahora porque ya se viene un combate, ahí viene todo otra vez, pero ella se acomoda, se carcajea por lo que acaba de hacer, hasta se puso sus mejores ropas para danzar su nueva queja, un vestido azuloso de transparencias de hada, y al menos, suspiro, sabe acomodar los enojos contra profesores hombres y no contra mí ni contra otras mujeres.

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