Me dijeron tantas veces que era una universitaria que me lo creí. Que era un poco más güera que mis hermanas y lo creí. Que yo qué no tenía derecho a hablar por un gran privilegio de la ciudad y me lo creí. Pero sigo siendo del color de mi madre, de la tierra en que crecí, del olor a tortilla recién hecha, de los saberes de las mujeres de la localidad donde me formé. Sigo trabajando todo el tiempo para pagar la renta, comprar alimentos, hacerme un huequito en este mundo en destrucción. Que me señalen las que tienen más, las que trotan mundos, las que pasaron años sin más preocupación que estudiar, qué más da, está bien, que digan lo que quieran, no soy eso, soy del color de mi madre, de la tierra en que crecí, del olor a tortilla recién hecha, de los saberes de las mujeres de la localidad en que me formé.
