Cada vez está más fuerte la confusión. He visto que a todo le llaman «decolonial», que consideran que «debemos» tener una mirada «decolonial» y que debemos leer a mujeres de pueblos originarios porque intuyen que si una mujer vive en un pueblo originario es «decolonial», todo esto es una revoltura y es todo falso.
Para empezar que una mujer parta de una crítica anticolonial y antirracista, no significa que sea «feminista decolonial» como sinónimo, hay muchísimas mujeres que se alejan de ese término porque es un copyright muy muy específico creado por mujeres adentro de la academia.
¿Qué es el feminismo decolonial? Es un feminismo que se alimentó de tres vertientes: feminismo antirracista, feminismo negro estadounidense y feminismo autónomo latinoamericano, principalmente. Hoy es una propuesta antirracista y mixta, en los últimos tiempos las mismas decoloniales han renunciando a decirse «feministas» y cada cierto tiempo hacen una renuncia pública a todo el feminismo, es una práctica común y reiterativa en su acción política.
Para ellas, sus compañeros son los hombres racializados y la lucha es contra el sistema racista y colonial, lo que implica –desde su particular análisis– que sus aliados son los hombres racializados (obviamente transfemeninos incluidos) y no está a discusión. Una de sus bases más fuertes es cuando aseguran que la opresión de hombres a mujeres fue un invento de la Colonia porque previo a la colonización existíamos en sociedades no engenerizadas. Yo difiero profundamente de una afirmación así porque como lo explican las feministas comunitarias (que no son decoloniales), había ya un patriarcado ancestral previo a la colonización. En el caso del territorio que habito y me construye, las lesbofeministas hemos hecho varias aproximaciones del patriarcado ancestral en eso que llamaron arbitrariamente «mesoamérica», así que eso de que «no había», al menos aquí sí hay evidencia de sobra de la opresión de hombres sobre mujeres previa a la colonización, como también hay evidencia de comunidades separatistas ancestrales de mujeres. Así que nuestro análisis histórico es harto diferente y nos lleva por caminos distintos.
Cuando digo que el feminismo decolonial se trata de un feminismo académico, estoy hablando de académicas investigadoras en universidades hablando académico, lean textos de Lugones, Espinosa, Curiel, Mendoza, sus términos son académicos, es decir, vienen cifrados en lenguaje patriarcal, pero podrían no estarlo, lo que significa que optan por cifrarlos porque no le están hablando a otras mujeres sin esos pisos, dan conferencias universitarias en todo el mundo, muchas de ellas en Europa, es válido, claro está, pero no son lo único ni son toda la lucha de las mujeres racializadas.
Mujeres del feminismo comunitario como Adriana Guzmán especifican en sus textos que ellas, como comunitarias, no son «decoloniales», que tener una mirada anticolonial y antirracista no significa ser automáticamente «decolonial» porque lo decolonial vive en la academia. Como tampoco vivir en una comunidad te hace ser automáticamente una «feminista comunitaria», como quieren hacer pasar las entusiastas en una falta de respeto a la genealogía de la lucha de las mujeres. Tanto el feminismo decolonial, como el feminismo comunitario tienen lugares, propuestas y tiempos específicos. En lo particular, aprendo de ambas propuestas (tanto comunitarias como decoloniales), pero me alejo de ambas en su profunda heterosexualidad al contemplar a los hombres (hombres transfemeninos incluidios) en todo momento, para mí eso no tiene lógica ni base en territorios feminicidas, mucho menos es consecuente con las luchas ginocéntricas heredadas de nuestras ancestras en estos territorios.
A nosotras, las de las ciudades, le queremos llamar a todo «decolonial» porque lo decolonial es academicista, lo aprendimos en la universidad, está de moda porque es una propuesta mixta profundamente heterosexual, nos dice que ellos, los hombres (incluidos transfemeninos) son nuestros compañeros, coincidiendo «inexplicablemente» con las bases del feminismo neoliberal posmoderno; eso sí, debo decir que como postura antirracista (quitándole su análisis de sexo) le podemos aprender mucho, pero implícitamente borran de tajo tantas otras luchas de mujeres racializadas lesbianas separatistas, ya que en automático consideran desde lo decolonial que cualquier grupo de mujeres racializadas que luchan contra la violencia sexual que ejercen los hombres son «blancas», desconociendo la ancestralidad del separatismo en Abya Yala (¡que data de miles de años atrás!), es decir, de acuerdo con las decoloniales todas las que no luchan junto a los hombres racializados son «blancas» por no poder mirar que hay otras opresiones por raza y clase por encima de ellas que no necesariamente son por la categoría sexo, incluso ponen en duda el uso del término feminicidio. No obstante, yo considero que puedes luchar contra la violencia feminicida, desde una crítica anticolonial y anticapitalista y el resultado no necesariamente es lucha mixta a lado de los hombres, como ellas nos lo quieren hacer pasar, para mí, en cambio, la propuesta es la comunidad de comunidades de mujeres en Abya Yala.
Entonces tranquilicémonos con querer andar poniéndole a todo «decolonial», a menos que sí nos queramos referir a un marco teórico concreto cuya base es no cuestionar la heterosexualidad obligatoria (aunque sí nombrarla de manera conceptual), desde una mirada antirracista donde los hombres son tus aliados y compañeros (incluidos los transfemeninos). Ahora bien, si sí quieres hacer referencia a eso entonces sí estás hablando de lo decolonial, eso sí, debes citar específicamente a sus autoras, no hay pierde, ellas han trabajado mucho para fortalecer su marco teórico en la academia, no andes incluyendo a otras que por todos lados han marcado distancia a este marco que consideran academicista o misógino. Y observa, mira alrededor, pregúntate por qué tiene tanto empuje lo decolonial, digo, por algo todo lo que se está produciendo en la academia (y los espacios cuirs urbanos) le ponen el apellido decolonial (cumbia decolonial, perreo decolonial, sopa decolonial, encuentro transcuir decolonial, jornadas lesbotransfeministas decoloniales, etcétera) ¡por algo será!