Tú, mujer, tienes una hija o una hermana. Omitamos la pandemia en este ejercicio de imaginación. Ella dice que saldrá esta noche con una minifalda a caminar por la calle rumbo a encontrarse con sus amigas para ir al cine. ¿Qué le dices? Seguramente que puede cubrirse un poco más o que el riesgo es alto, le darás unos gases pimienta o quizá le pidas que extreme precauciones. ¿Eso significa que la estás culpabilizando? No, eso significa que comunicamos que el escenario es peligroso, que el depredador está cerca y que hay que enfrentarse para poder sobrevivir.
Tú, mujer, tienes una madre que te dice que estudies para que no termines casada. ¿Qué hace? ¿Te responsabiliza de la violencia que vivas por no estudiar? No, te enseña a enfrentarte al mundo para poder sobrevivir porque el depredador está cerca.
Tú, mujer, tienes una amiga que tiene relaciones principalmente con hombres, le dices que podría tener amigas y que podemos ir sanando relaciones con otras mujeres, ¿qué haces? ¿la responsabilizas de la violencia que viva? No, la estás invitando a enfrentar al mundo acompañada de otras porque el depredador está cerca.
Hay que ir distinguiendo la rebelión de las mujeres a los juicios de los hombres, ellos sí te culpabilizan y tienen un sistema de respaldo, ellos van a asegurar que si te violan o matan es porque te lo buscaste. En el caso de las mujeres puede ser que haya misoginia, ¡siempre hay!, pero también es muy probable que te estén mal comunicando que resistas y extremes precauciones, por eso lo hacen entre el regaño, la preocupación, el enojo y la gran torpeza patriarcal de no sabernos amar entre mujeres, sus palabras nos saben a que ellas nos «culpabilizan» cuando en realidad lo que quieren es que sigas viva.
