Una de las cosas que más me ha costado entender en temas de mis relaciones con otras mujeres, es que hay problemas en los que una no tiene nada qué ver. Tenemos tan introyectado el patriarcado que nos culpa de todo, porque es por “tonta” que estuviste con el violador, porque es por “mensa” que «permitiste» tal o cual cosa, que se nos va toda la dimensión de la realidad. Si la otra, conocida-amiga-amora, trae un problema denso emocional, y una quiere ayudarla, lo mejor es delimitar que una quizá no pueda, mucho menos si la otra parte no encuentra lo que hay que sanar en sí y lo avienta a destajo a quien pase, pero es que es parte del marco, no haya por dónde comenzar y responsabilizará a quien se deje, pero no encontrará tranquilidad así tampoco y el círculo vicioso escalará. Me pasó con una conocida, que por fortuna no fue mi amiga, fue compañera de mis compañeras y novia de una amiga, muy pronto estando cerca comenzó a inventar historias inverosímiles que me involucraban, así que me separé de ese grupo y tomé lugar en mi guarida de siempre, con mis amoras de años que me cobijan con los días, preferí no saber qué pasaba y guardé todo el silencio con respecto a ella y su entorno cercano a mí, con todo y reducir comunicación con mi amiga a saludos esporádicos con tal de no abonar a supieran las diosas qué problemas. Por supuesto, pasó lo que debía pasar cuando alguiena trae un historial de relaciones rotas con mujeres, desde el origen hasta su última amiga, las mujeres alrededor terminaron por hacer lo que yo y guardaron distancia ante la constancia de sus mentiras y chantajes, me enteré mucho tiempo después que había ocultado que vivía con su marido mientras les decía que era «lesbiana» y que envió una centena de mensajes violentos a mi amiga mientras estuvo en el hospital, luego de que terminaran. A pesar de la obviedad de lo que ocurrió, yo aún me culpaba de haberla conocido, es que debí hacer algo mal al conocerla, me equivoqué en algo yo, es que yo se las presenté, es que yo debo estar cargando con algo en mi historia y me equivoqué. Se lo conté a una amora, a propósito de otra relación, le dije, es que ¿sabes? siento que los problemas no son míos. Y ella tan tranquila contestó ¡pues claro!, ¿por qué creerías que siempre hay problemas de una? no sé, se supone que así funciona, que una es la culpable por juntarse con quien se junta, y en tanto es la culpable podría mejorar o salir de esa relación, se rió con esas carcajadas que te hacen pensar que acabas de decir el mejor chiste del mundo y no te enteraste y te quieres enterar porque se siente bien hacerla reír, me explicó que hay problemas que no son de una y que debería ya saberlo, evidentemente «ahí»y «ahí» las broncas no eran tuyas, pero no sabía, pero ya estás aprendiendo, ya lo sabrás.