Árbola frutal

Que va a haber duelos, sí; que vas a sentir que mejor debías quedarte donde estabas, también; que será aguda la gente con sus críticas nunca pedidas, es verdad; que te vas a sentir sola cuando huyas de la mirada de los hombres, sí, es cierto, estamos condicionadas, pero eso no eres tú, es lo que te impusieron, lo que nos impusieron sentir, pero luego de un rato, se comienza una a sentir bien, es como estar en un aire claro y no viciado, una comienza a mirar sobre una misma, quién soy, qué quiero, por qué me abandoné, por qué no soy la que yo era, por qué tomé esas decisiones y cuáles ahora queda tomar, a cuántos hombres estoy obligada a servir entre padre, hijos, hermanos, primos, amigos, jefes o novios, y por qué asumí que esa era mi vida.

Luego de que te salgas poco a poco, o a la par, sí, es a la par, más bien, conocerás mujeres, mujeres impresionantes, verás que es tan fácil o difícil según estés tú también, y ellas también, dispuestas a encontrarse, todas traemos heridas de otras mujeres, ¿cómo no tenerlas si en este patriarcado el sobrevivir te exige competir con otras? es normal, pero no por eso tiene que quedarse así. ¿Cómo son nuestras experiencias con otras mujeres? la mayoría de las veces todo se resume a que tenemos que poner a un hombre por encima de una mujer, así que cada una espera de manera implícita que eso se repita, poner al novio de mamá sobre la hija, al padre sobre ella misma, al nuevo esposo sobre la relación con una hermana, hay una sospecha sobre ti implícita y sobre ella también de que al final no cuento contigo, me vas a traicionar, herir, ningunear, la culpa no la tienen ni las hermanas, ni la madre, ni tú, ni nadie, solo es que fueron nuestras primeras relaciones en el patriarcado con las reglas del patriarcado y las vamos repitiendo a modo de pedagogía patriarcal.

Yo pienso que tenemos un árbol, así le digo a mis amigas con las que hablo en persona, tenemos un árbol que son esas relaciones con esas mujeres primarias, pero aquí quiero ser clara, el árbol no son esas mujeres, son las relaciones con ellas, esas experiencias, pero a veces ese árbol está poco sano y lo que hacemos con las demás es adjudicarles esa dinámica primaria aprendida: me vas a abandonar como mamá me abandonó por un señor, te voy a abandonar como mamá me abandonó por un señor, no me vas a creer como mamá no me creyó sobre mi padre, no te voy a creer como mamá no me creyó sobre mi padre, vas a poner a tu hijo hombre sobre lo que yo tu hija mujer piensa, voy a poner a mi hijo hombre sobre tú mi hija mujer, vas a competir conmigo como mis hermanas competían conmigo, voy a competir contigo como competía con mis hermanas. Pero el árbol es una misma y tiene que sanar, digamos que ya creció medio chueco porque crecimos en este mundo de los hombres, pero una cosa es estar medio chueca y otra que el árbol se mate a sí, eso es lo otro que iba a decir, un árbol que no sana, es verdad que daña a otras, pero lo que realmente hace es matarse a sí misma.

Pensándolo bien, árbol suena a masculino, una árbola floral, frutal, multicolor, cuando las otras están regando su árbola, sí se siente en las palabras, ¿han sentido cómo hay mujeres con las que estar se siente a paz? es eso, están trabajando su árbola, bueno, aunque también las hay quienes imitan las formas de quien está sanando, pero no sanan a sí mismas, están llenas de la forma, una forma que vuelven adorno pero no es fondo, no hay raíces, no es un engaño para otras más que para ellas mismas, por eso importa sacudirnos frente a nosotras mismas, una misma, y no frente a nadie más, conocer la árbola de la que venimos y amarla, sanar las relaciones que tenemos con otras, amarse a una misma, amar a las demás.

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