Equilibrio II

Para sobrellevar la vida en el patriarcado, tratamos de eliminar el análisis feminista en lo palpable porque nos sería imposible vivir de saber dónde estamos todo el tiempo, es decir, no podríamos andar tranquilas una tarde por un parque de hacernos conscientes sobre el placer feminicida de cualquier hombre, entonces nos contamos mentiras cotidianas:
– hay mujeres y hombres malos
– si te portas bien, te va bien
– conozco mujeres muy violentas, más que los hombres
– conozco a un par de hombres buenos
– es posible otra sociedad… junto a ellos
– una atrae lo que es
– se trata de vibrar alto, pensar positivo, etcétera
– si cambias tú, no atraerás a gente mala
– si le echas ganas, te irá bien
Para poder sobrellevar esta vida, nos contamos esas mentiras cotidianas, todo se trata de portarse «bien», de «vibrar alto», de confiar por igual en hombres y mujeres porque «hay gente mala en todas partes». Las mentiras cotidianas son remos para ir sobreviviendo, pero son mentiras, autoengaños para subirte a un taxi por la noche con la creencia de que vas con uno «bueno», el autoengaño para querer a un hombre pensando que «es distinto» y por eso no te lastimará, pero son mentiras aún así, las mentiras no salvan a ninguna, sirven para ellos, ellos las crearon.
Si alejas la lupa del análisis feminista, o sea, si comienzas a mirar que todas creemos que «él es distinto», que «él es diferente», te vas a dar cuenta que todas creen en los hombres y que esos hombres, estadísticamente y materialmente, asesinan mujeres, los feminicidas también gozaron del beneficio «él no me haría daño».
Por tanto, no cuadra la mentira cotidiana con la realidad concreta, hay un desfase porque «si toda la gente es mala por igual», ¿por qué las mujeres son violadas y asesinadas por hombres?, a ver, «si toda la gente es mala por igual», ¿por qué no sales asustada porque un grupo de mujeres te viole y te arrebate la vida?, es que es claro: el patriarcado son los hombres, pero te cuentas mentiras cotidianas –sembradas por ellos– para sobrevivir, ya que de otra forma, no podrías andar en cualquier espacio lleno de ellos y todo está lleno de ellos: las casas, las escuelas, las calles, los trabajos, las tiendas, las canchas deportivas, los bancos, los cines, los mercados.
Para mí, el análisis feminista consiste en equilibrar las mentiras cotidianas con la realidad cruda, nadie te está exigiendo nada, menos una feminista, esto se hace desde un trabajo privado y honesto de enfrentar la vida. Pero lleva su tiempo, un lento tiempo para detectar que una está usando mentiras cotidianas para sentir que puede controlar un sistema que en realidad nos controla, aunque no del todo, ya saben, la rebelión está en nuestros pulmones.

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