No hay mujer en este planeta que no haya nacido para amarse y amar a otras mujeres, es decir, que no haya nacido lesbiana. Lo que estamos haciendo es recordarlo, reecontrarnos, volver sobre nuestra historia, escuchar la cuerpa, amar el pezón amoroso de otra mujer que nos alimentó y nos sigue alimentando. Como dijo Jill Jhonston: “Todas las mujeres somos lesbianas, pero algunas aún no se dan cuenta”. Como decían las Radicalesbians: “Una lesbiana es la furia de todas las mujeres en su punto de explosión”. Como decía Tatiana de la Tierra: “Todas las lesbianas están hechas de mujeres que regresan a sí mismas”. No tiene caso negar que todas nos alimentamos del amor de otra mujer y que no ha sido posible olvidarlo por más que lo intentaron. No tiene caso, amoras, negar que es en nuestra cuerpa y en la cuerpa de otras amoras, que podemos encontrar la plenitud, en sus vientres, en sus vulvas, en sus piernas, nuestro vientre, nuestra vulva, nuestras piernas, allí está nuestra plenitud lésbica. No tiene caso, amoras, negar que provenimos de la ginosociedad, de allá venimos y hacia allá vamos, porque nuestras cuerpas hablan aunque nos quieran callar, por eso sientes ese cuchicheo en los poros porque tú también has nacido lesbiana, es cierto, naciste lesbiana como todas, absolutamente todas, no hay mujer que no, pero empiezas a recordar.