El espejeo entre mujeres implica emociones desagradables como darse cuenta que una también es lo que le fastidia de la otra: el silencio, el sacrificio, la incapacidad de descanso… ante eso no queda más que paciencia e introspección, mucha amorcita para no culpabilizarnos del sistema y mucha fuerza para salir de aquí juntas. Otras veces, el espejeo también es un salpicón de agua fresca en un día soleado. Por ejemplo, mis amigas son tiernas, calmadas, tranquilas, no hay prisa, aprendieron a manejar sus enojos, hacen poesía, confeccionan muñecas, hacen canciones, recogen animalitos de la calle, toman fotografías, hacen pintura menstrual, dibujan con lápices, plantan nuevas flores. Suelo preguntarme, ¿por qué tendré amoras tan tiernas? No quiere decir que sean perfectas, aunque no sé qué signifique eso, quizá sí lo sean. Hoy caminaba con una amora y calmada me explicaba sus días. ¿Por qué se parece tanto a mis otras amoras? ¿Por qué todas son iguales? Estaba yo ahí preguntándomelo mientras ella hablaba y en algún punto suspira, me ve con los ojos que yo las veo y me confirma mi sospechas. ¡Válgame! soy un poco como ellas, su ternura también la tengo yo. ¡Válgame! Pero si yo soy ruda…