Si no hubiera capitalismo, amora, estaría posando en un lago caluroso bajo sombras de árboles. Comiendo mangos embarrada, pegajosa, escapando de una abeja. Si no hubiera patriarcado, posaría desnuda en ese mismo lago, andaría en falda montada en bicicleta, recogería jitomates sembrados por mí en cualquier tierra descansada. Si no hubiera violencia, me entregaría a las recetas de las ancestras durante días enteros, entendiendo el fogón reciclado y los diferentes tipos de salsa. Si no hubiera capitalismo, si no hubiera patriarcado, si no hubiera hombres, andaría a pie por todo el planeta, dormiría en las chozas libres de las carreteras, habitaríamos un mundo pulcro, pero no esmeroso. Si no hubiera patriarcado ni capitalismo, ni hombres, te encontraría comiendo chilaquiles en cada pueblo y te vería con cada vuelta al sol. Si no hubiera capitalismo, ni patriarcado, ni hombres, no tendríamos miedo, amaríamos como se ama en libertad. Pero lo hay. Y tengo miedo. Y no hay tiempo. Y estás cansada y estoy cansada. Y no hay paz. Y vienen por cada una de nosotras. Tampoco hay chozas libres en las carretas. Y cada pedacito de tierra tiene dueño. Y en este tiempo, en esta vida, tendremos que ahorrar nuestras horas para volvernos a ver.