La señora roomie y yo nos dividimos la comida, un día ella cocina, al otro día yo. Yo a veces suelo cocinar en porciones industriales (estoy exagerando, pero sí), por ejemplo, a veces hago lentejas que duran 4 días porque me da flojera cocinar, otras veces le meto más imaginación y le varío un poco, pero ya no soy una entusiasta de cocinar como al inicio de la pandemia, a veces –cuando es mi día de poner la comida– solo espero la hora de cierre de la cocinita económica para comprarle a la señora lesbiana de acá junto y otras veces me invento algo rápido como tostadas para sacar el compromiso del alimento. Pero mi roomie, que es una tramposa y embustera, es tan convincente, que me ha hecho cocinar dos días seguidos porque me dice llorando que me tocaba a mí, que está segura que me tocaba a mí, que tiene pruebas de que me equivoco, yo me desubico por momentos y no siempre caigo, pero a veces sí he caído y no entiendo cómo hacen las hermanas menores, aunque sean unas gigantonas adultas, para lograr su cometido de tramposas y embusteras. Por cierto, siempre que pasa, me dan ganas de acusarla con mi mamá, pero ya soy una señora, maldiciones.
PD. Igual la acuso con mi mamá.