Volcán de misoginia

El volcán de la misoginia lo aprendimos a cuidar construyéndolo con evidencia de que confiar y amar a mujeres es un error, es el repertorio de desconfianzas en insultos en la punta de tu lengua cuando una amiga te cuenta una mala experiencia con otra mujer. Pero una cosa es haber vivido una relación violenta con otra mujer (es lo que se espera de nosotras y ocurre para nuestro infortunio) y otra es dejar activo el volcán contra ella y contra todas. Esto no significa olvidar y permitir que de nueva cuenta nos sigan vulnerando (es necesario y urgente protegernos) sino simplemente desactivar la misoginia en la que nos forzaron a estar, no es cierto que «todas las mujeres son traidoras» ni tampoco es verdad que «las mujeres somos muy complicadas». Bajémonos del ring y que allá arriba solo se quede la que no quiere desactivar su volcán para que termine sola peleándose con el reflejo de su espejo, así un día tendrá que bajar y podríamos encontrarnos si va bien. El trabajo consiste en bajarse del ring para desactivar insultos a la menor provocación, porque los insultos misóginos que aventamos a otra mujer, son insultos para nosotras mismas, el espejo que nos devuelve lo que en verdad creemos de nosotras.

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