Qué necesario reconocernos en las otras, sentirme cómoda con su grandeza de tal manera que reconozco en mí también mi grandeza, así no hay lugar para mentiras o envidia, tan innecesarias, tan dolorosas. Qué necesario reconocernos lo enseñado y compartido mutuamente, habitarnos en los sueños, mirarnos los pedacitos que habitan de nosotras y nuestras ancestras en lo que hacemos. Qué necesario lo que hemos soñado –y seguimos soñando– juntas para poder construir otra munda.