Hay un pedacito en un texto de Riane Eisler que me parece buenísimo.
La autora es muy heterosexual, advierto por si la buscan.
Bueno, ella dice en ese pedacito, que el gran paradigma en que se funda el patriarcado es el culto a la muerte, entendida esta como destrucción y final.
Eso explica por qué del pensamiento de las diosas —que había antes del patriarcado— se pasa al culto a un hombre moribundo sacrificado o al culto a un ente ajeno que con su furia es capaz de generar tempestades e inundaciones, dios masculino que adquiere diferentes nombres según la región.
Por cierto, las diosas —del mundo fuera del patriarcado—, van en plural, porque las diosas eran simplemente cada mujer en el mundo.
Las mujeres de las sociedades exclusivas de mujeres que existieron antes del patriarcado entendían que en su cuerpo estaba el principio y el final de todo, por eso se esculpían a sí mismas, por eso no requirieron inventarse un ente ajeno a ellas, ellas eran el centro y eso es tener conciencia de sujeta.
En cambio, los hombres, no desarrollan este entendimiento jamás. Probablemente porque su relación parasitaria con las mujeres les va a impedir entender la vida. Esta relación parasitaria es social, pero ellos la hicieron parte de su existencia hasta quedarse parásitos en todos los tiempos y toda la historia, es decir, convirtieron en requisito de su propia existencia el ser parásitos. Ser parásitos y adorar a la muerte como final y destrucción, es decir, el asesinato o el exterminio de la vida, es lo que tiene de base el capitalismo.
Hay algo que debo decir, si bien el inicio del patriarcado se puede localizar en la destrucción del pensamiento de las diosas, en algún punto del neolítico, las mujeres se rebelaron todos los periodos históricos. Eso explica por qué aunque había ya la existencia de un patriarcado, en ciertas regiones, en el neolítico, miles de años después, en la edad de bronce, las mujeres viajaban por el mundo haciendo lo que ellas querían, eran las grandes viajeras. Eso explica también la producción de conocimiento en el medievo, las brujas como sabias y científicas. En otras palabras, el poder de los hombres no fue un reino omnipotente.
En el caso de Abya Yala, es muy probable como corazonada, que provengamos de una historia menos larga de patriarcado, las mujeres en la colonización se fueron sin pensarlo, a los cerros a vivir lejos de los hombres, tanto indígenas como europeos, ellas se fueron con su sabiduría y su amor entre ellas a resistir, a vivir. Y son ellas nuestro antecedente directo del separatismo.
El patriarcado no ha vivido intacto. Las mujeres nos hemos rebelado en grandes cantidades hasta temblar la estructura cada determinado tiempo. Pero el gran truco de estos tiempos recientes, el truco del patriarcado, ha sido identificarnos con ellos y con tanto con su exterminio de la vida. Las mujeres más patriarcalizadas usan las formas de los hombres aún dentro del feminismo, entregan nuestros datos al mejor postor para que nos hagan daño, rinden trabajo a los hombres para que vendan el cuerpo de las mujeres, colaboran en la trata y proxenetismo recibiendo dádivas por estar ahí. Se alinean a los mandatos de odiar el cuerpo de las mujeres, sus procesos, su vida, su piel, son promotoras de maquillajes y operaciones. Veneran a los hombres y niños varones, despreciando consciente o inconscientemente la vida de las mujeres. Permiten que se llame mujer a un hombre con ropa femenina. Y los ayudan a infiltrarse a nuestros espacios. Las mujeres que obedecen a cabalidad a los hombres también rinden a su manera el culto al feminicidio, aunque ellas vayan incluidas ahí, porque no dejan de ser mujeres.
Hay algo difícil para todas nosotras que hemos crecido educadas para obedecer, es darnos cuenta que defender nuestra propia vida no nos convierte en asesinos como ellos, es entender a nuestro ritmo que defender nuestra existencia es seguir vivas. Un día vamos a entender que para seguir vivas a pesar de su cultura feminicida, es preciso aprender a matar a quienes nos matan. Y ni aún así nos volveríamos ellos.