Olvidar

Hay algo que cambió en ella antes que en mí. Comenzó a olvidar frases que la habían herido de 1989, 1995, 1998, 2001, etcétera. Antes las recordaba como frases célebres que usaba con ventaja en cualquier situación con ese hombre que le había robado la vida. No es que ahora olvidara el daño de ese hombre, solo dejó de enmarcar las palabras de él. No las recitó más porque el mundo desdibujó sus prioridades de antes. Nos pasó de cerca el cáncer de alguien más, esa maldita enfermedad que está en todas las familias en México, un tic toc estruendoso. Recuerdo un día que le dije, a principios de mis veintes, mamá, yo soy como tú, recuerdo las frases que usó contra mí tal y tal persona y se las recito. Pues no hagas eso, me dijo, olvídalas, son innecesarias e insignificantes, la vida es esto, es tan corta para andar recitando lo que otros dicen de nosotras, aléjate de esa persona y listo. Parece magia, quizá lo es, pero dejé de tener esa vieja costumbre de recitar las palabras de otras personas sobre mí. Se activó en mí un poco de desmemoria a ventaja. Sé que esa persona me cae mal, sé que algo hizo, a veces recuerdo más, pero otras no, no lo recuerdo como frase enmarcada en mi pared, en cambio, en mi pared hay flores, me gusta colgar tela decorada y ya.

Deja una respuesta