Los enojos del rechazo

Cada relación que entablamos con una mujer, es una nueva enseñanza de quiénes somos, cuánto patriarcado y misoginia aún hay dentro, cuánta basura tenemos incrustada que no nos permite ser libres y mucho menos felices. Hay relaciones que tenemos trabajadas o que por el nivel de confianza, no nos supone algún encuentro profundo con nosotras, o que más bien, fueron un encuentro en el pasado, pero ahora ya no, porque logramos encontrarnos en el paso o aprender la lección; pero hay otras que sí son un espejo de monstruos y escarabajos, que aparecen tras abrir puertas que creíamos cerradas. En los últimos días me he sentido como la niña enojona que siempre fui en casa y en la infancia. Decían en burla sobre todo mi padre que no soportaba mi carácter, que si un día un tipo se quería casar conmigo, le iban a pedir por favor que cuando se enterara de quién soy yo con mis enojos, no podía regresarme, “ahí te la quedas”, la gente alrededor reía y yo me enojaba aún más. Mi mamá tampoco soportaba mi carácter, me daba té de yerba maestra para la bilis que siempre traía yo atorada, me tapaba la nariz y me lo empinaba, no sé cómo le dicen donde viven, pero es ajenjo y sabe a rayos, no lo recomiendo, mucho menos en niñas, sé que mi madre sufría un poco al dármela y a veces susurraba que tenía yo su mismito carácter. Siempre tuve la sensación de que la gente estaba siendo feliz y tranquila, quiero decir, la gente buena, mientras yo traía un enojo de quién sabe dónde, porque soy gente “mala”, el enojo no me abandonaba y prefería explotar, así logré cosas que de otro modo ahora no me explico. Una noche mi tía me hacía un comentario pesado en nochebuena, debí tener unos 10 años a lo máximo, yo me enojé, me paré y me salí, anuncié a mi familia de mamá, papá, hermano y hermana bebé, que no estaría ahí nunca más, abandonamos la cena porque yo estaba sentada en la banqueta esperando a que salieran, mi familia salió y así fue, no pasamos una navidad más en esa casa porque yo así lo dije, pero más bien ese era el propósito de mi mamá, ella odiaba pasar la noche del 24, que es su cumpleaños, con la familia de mi papá que era entre hostil y lejana con ella, ella quería estar con nosotras, yo me armé de valor, hice un drama y no volvimos más, mi papá no me lo perdonó, pero tampoco me importaba, mi carácter me permitía no alterarme con sus desplantes de macho patriarcal y además era evidente lo que pasaba, él había obedecido a una niña berrinchuda y no había duda. Un día mis enojos pasaron, quizá fue por la nueva ciudad a la que vine, aquí ya no podía tener el privilegio del enojo, aquí debía pedir ayuda para saber dónde estaba perdida, cómo se toma el metro, dónde se sube una al tren ligero, cómo se usa un elevador, también pasaron cuando las cosas me fueron saliendo más o menos como planeé, también es que aprendí a modificar mis planes, luego me metí a una relación donde estuve embobada, supe de mis enojos, pero también de tragármelos para que aquella persona no se fuera, así que traía un bulto inflamado bajo el ombligo por la colitis, apenas terminé esa relación, la colitis ya no volvió. Y aunque sigo sin tener colitis y hay cosas que ya no me hacen explotar, los enojos reaparecieron cuando estoy con mujeres que amo, cuando soy cada vez más yo, cuando se restablece un círculo de confianza, cuando ya no hay engaño y tengo poco qué ocultar, reaparecen tanto que hasta me quiero tomar yo misma el té de yerba maestra, siento que toda la gente que es buena es feliz, menos yo que estoy enojada en un rincón. Aún no sé qué lo provoca, quizá estoy en confianza como la de casa como desde hace mucho no estaba, quizá es que hay algo pendiente que debo estar haciendo y no hago, quizá es que ya tengo el privilegio de enojarme en una ciudad que cada vez siento más mía, quizá anda retrogradando un planeta frente a otro planeta que no entiendo o quizá simplemente es que me toca aprender una nueva lección para desbaratar lo pendiente. No lo sé, pero de mientras, me voy con cuidadito porque es cansado estar enojada, justo ahora no lo estoy, así que aproveché para venir a escribir.

Deja una respuesta