No se trata de superación personal

Implica tiempo –si no es que toda la vida– reconocer y expresar nuestras emociones de manera sana. Considero que es un trabajo necesario y urgente, yo misma me he movido hacia allá con el paso de los años porque de otra manera no logro estar conmigo misma ni con las otras, pero lo hago desde un piso lesbofeminista, desde una comprensión de la existencia de un patriarcado colonial y capitalista cuyo motor es la heterosexualidad obligatoria que opera contra las mujeres. No es fácil, tengo que sopesarlo constantemente. Miro cómo avanza en esta pandemia, en este neoliberalismo, un cuestionamiento personal ya sin crítica a la estructura patriarcal dadas las condiciones de supervivencia, pero hay que tener mucho cuidado con esto, el mirarnos a nosotras mismas sin un cuestionamiento nos vuelve a sumir en los tentáculos patriarcales, somos proclives a caer en mensajes del «échale ganas tú» sin denunciar más a opresores feminicidas, violadores, proxenetas y esto solo conviene a los hombres. Por eso, encontrarnos con nosotras es un trabajo colectivo y político, no es un «estilo de vida» como quien asume el minimalismo o cualquier otra tendencia, es organización política para derrocar al patriarcado feminicida, desde nosotras, pero contra lo que nos oprime. ¿A quién conviene un feminismo que sitúa la causa de todo en sí misma y no en los opresores? ¿A quién conviene un feminismo que hace responsable a las mujeres de la violencia que los hombres vierten contra ellas? Claro que quiero un atardecer cálido y un árbol de frutas en mi jardín, como también quiero que un día, no sé cómo, por fin ellos se extingan.

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