Hoy vi a un perrito escondido en un estacionamiento. Me acerqué y no lo vi más, quizá lo imaginé. A la hora, por casualidad, entré al grupo de FB de mi barrio, una mujer lo estaba buscando desde quince días atrás. Fui de nuevo convencida de haberlo visto. Allí estaba, recostado como un gatito muerto, pero respiraba y dormitaba de hambriento. Me vio llegar con mi jauría y se volvió a hacer bolita para dormir, estaba invisible entre la basura y las yerbas, con su pelaje negro. A ella la llamé para que viniera y al perrito le hice guardia con mis dos fieras que comían ramitas del pasto seco. Ella vino asustada, lo llamó por su nombre mientras tenía esa expresión de angustia fatal, él la vio y se animó, ella lo besó y se lo llevó bien abrazado bajo la llovizna que empezó a caer. Qué tranquilidad que en este mundo que se cae a pedazos, hoy una mujer abraza a su perro y duerme en paz.