Adelanto de podcast

Una azotea de domingo, lavaderos y tendederos, nos resguardamos del ruido allá abajo y esperamos a que mi vieja laptop encienda. No importa cuánto la haya visto antes, aún me pone nerviosa. Cada vez que charlamos es como si hubiera menos neblina en sus palabras porque ahora las entiendo mejor. Me habla de su «vanguardia revolucionaria» y del irremediable camino a lado de los otros. «No estoy de acuerdo», le contesto sin ánimos de discutir porque tampoco creo poder estar a la altura de sus argumentos. Me aclara que serán 200 años «al menos». ¿Y después de los 200 años?, pregunto esperando una respuesta que me decepcione, pero no la hallo. «Bueno, después de esos 200 años estaremos nosotras», nosotras estaremos reunidas en grupos de mujeres, no habrá familia y los hombres serán grupitos periféricos sin mayor relevancia. «Como en las ginosociedades», la interrumpo como quien ya sabe el final del cuento de hadas o la pregunta del examen, me dice que sí como una maestra sosegada apaciguando a una alumna inquieta, pero no conoce el libro de su contemporánea, la de las ginosociedades, y tampoco lo necesita. «Pero siempre, recuerda, Luisa, siempre los tendremos que vigilar para que no vuelvan a fundar su patriarcado». «Siem-pre», susurro asintiendo, como una promesa, aunque yo no viva doscientos años. Me hubiera gustado que habláramos de eso en el podcast, pero me dice que primero lo primero: el análisis histórico. El siguiente episodio les va a gustar, toca su análisis histórico. Y quizá un día, si la vida nos sigue floreciendo, por fin ella nos cuente el plan que todas necesitamos escuchar tan solo como un eco de nuestras intuiciones.

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