La mujer que habita en mí

La mujer que habita adentro de mí es chiquita, de oído delicado, escapa de las maldiciones a la vida y se arrulla entre ladridos de perros inquietos dueños de la orquesta. La mujer que habita adentro de mí espanta los miedos ajenos con aleteos similares a una danza turbulenta sobre el pasto humedecido y hace llover lento, como goteras del cielo de matices y de tintura con los que pinta acuarelas en los patios. La mujer que habita adentro de mí también es hija de mi madre, mi gemela en edad, pero ella siempre será más joven que yo, por eso es una risueña adornada de flores con su curiosidad intacta y su esperanza abrumadora. La mujer que habita adentro de mí es una maestra, me enseña a correr los espíritus dolientes del vecindario y me hace proteger nuestro hogar barriendo para afuera, ya no colocamos flores sin destinataria y tampoco invitamos a nadie que no hayamos deseado en nuestra vida, nuestro comedor multicolor se abre solo a las que nos convidan vida, besos y secretos. La mujer que habita adentro de mí vive despreocupada, está convencida de que cada día es mejor que el anterior y se ríe con risas burlonas cuando yo dejo de creerlo.

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