Estrella vino de visita

Estrella, mi madre, vino con sus torbellinos y destellos a visitarnos por el examen profesional de Iliana, mi hermana de 23. También vino mi pequeña hermana Camila, que tiene 16, pero para mí siempre tendrá 2, como Iliana que siempre tendrá 8. Nos vimos apenas unas horas porque los vaivenes de todas en la explotación capitalista no nos permitieron más. Dice Iliana que en las fotos somos pasado, presente y futuro, pues Cami se parece a ambas hace años, y yo, según ellas, soy su futuro de ambas. Y de todas, mamá es nuestro futuro. Es tan naturalmente rebelde que nuestro orden de mujeres esté tan bien definido, que eso explica mi posicionamiento lesbofeminista más que el cúmulo de copias de libros atesorados en mis repisas y archivos en la computadora. No es que mis hermanas tengan que ser yo, o que todas vayamos a ser mi madre, ya han demostrado que tienen interés en cosas tan distintas como inexplicables para las demás, solo es que de alguna manera nos acomodamos entre nosotras entendiendo el papel de cada una, y reconociendo también los años que se acumulan pareciéndonos a la más grande continua, y todas a la vez a Estrella, en sus gestos, ademanes y rostro, y un poco a su gran sabiduría, en una dinámica tan compleja y sanadora que a ratos parece una hamaca columpiándonos a las cuatro mientras la vida, los soles, las lunas siguen apareciendo y desapareciendo por ahí.

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