Del patriarcado podemos rastrear sus inicios entre 12 mil y 7 mil años atrás de acuerdo con el conteo europeo, en territorios de Abya Yala no rebasa los 3 mil años totales, ¿pero saben qué? A pesar de ese tiempo, cada niña vuelve a nacer libre, a cada niña se le tiene que domesticar, cada niña vuelve a aprender a cerrar sus piernas al sentarse para «no provocar» hombres, cada niña vuelve a aprender que no puede quitarse su playera bajo el sol como sí pueden los niños, cada niña vuelve a aprender que su mamá es esa mujer «superable, vieja y conservadora» que ella no será, porque ella –hija de papá– sí podrá sentarse junto a los hombres, en el congreso, en el laboratorio, en el estrado, en la mesa del hogar. Y si bien el patriarcado lleva miles de años, al mismo tiempo no lleva nada porque debe volverse a instalar para existir, en cada niña, en cada mujer, eso significa que el patriarcado tiene como vida nuestra vida, en una niña de cinco años, el patriarcado tiene como vida cinco años, y no tanto, porque esa niña de inicio, antes de ser arrebatada por el patriarcado fue de su madre y quizá aún lo sea en gran medida. Lo que quiero decirles es que el patriarcado no es tan antiguo, tiene mis 33 años, tiene tus 46, tiene sus 90. Y con eso, amigas, con eso sí podemos acabar. Nos han engañado y no son eternos, esto sí lo vamos a alcanzar a ver.