Dobles mensajes

La sofisticación de la misoginia en la comunicación entre mujeres son los dobles mensajes e indirectas. He tratado de abandonarlo con los años, pero aún me quedan rastros en algunas relaciones con mujeres desconocidas. En general, por paz emocional no asumo dobles mensajes de las mujeres con quienes trabajo en cursos y talleres porque enloquecería, si ustedas me dicen algo, yo lo asumo como verdad, no tengo la intención de desentrañar más, aunque sigo haciendo caso a mi intuición, para sentir cosas que no quiero entender.
Sé de dónde lo aprendí, de las mujeres que me criaron, mi madre, mis tías, mi abuela, no las culpo, es una metodología impecable para sobrevivir a los opresores, mentir sobre quiénes somos las mujeres, qué sentimos, qué comemos, a dónde vamos; y mentir a otras por lo mismo, cualquiera de ellas podría entregar tu cabeza en el patriarcado. Mentir fue siempre sinónimo de inteligencia para mi círculo materno. No digas lo que piensas, ni lo que sientes, di otra cosa, que no sepan quién eres tú, no del todo porque es peligroso que te conozcan así. No le digas a tu prima o una amiga que no te sientes bien con respecto a un tema, échale una indirecta, hazte pasar por ingenua, para que la otra persona caiga y te explique de más, «mete una mentira para sacar una verdad», decía Estrella. Lo seguí varios años de mi vida y creo que por eso por años solo tuve una amiga, también creo que por eso comencé a escribir, aquí podía ser un poco más yo que las complicaciones de una conversación entre mujeres.
Recuerdo conversaciones muy bellas entre mujeres adultas cuando era una niña, pero luego alejarnos y escuchar la versión que no se contó, no era tan bello lo que le dijo que era bello, no era cierta esa información, ni era tan impresionante lo que dijo que era impresionante, qué pena, ¿entonces cuando yo me volteo qué dirá mi madre de mí? ¿mi tía o mi abuela? Y una aprende a vivir en dobles mensajes.
Los dobles mensajes se basan en ella dijo «x» que es algo que no piensa, cuando quiso decir «z» que es otra cosa. Entonces yo contesto una cosa «q» cuando quería contestarle otra cosa con respecto a «z», pero se la digo de todas formas como una indirecta porque sí entendí el mensaje oculto, pero no lo estamos diciendo. Esto es cansadísimo y dejé de practicarlo en mi munda lésbica, pero a veces, siento la invitación por compañeras no-tan-cercanas y me asusta, me alejo, sé que algo no está fluyendo entre nosotras, prefiero huir a empezar con un enredo de mensajes dobles, ocultos, no dichos.
En contraste, el peso de la honestidad es fatal, entre mis hermanas y madre la honestidad es apabullante –la mayoría de las veces porque también se juega a indirectas de vez en cuando– que llega a ser incómoda, no quiero decir que sea cruel, es cruda, la verdad es cruda, es incómoda, no la quiero escuchar y te la sueltan como salpicones grandes de agua, pero una se aguanta, lo está diciendo desde el respeto y el amor. De todas formas no me gusta taaanto esa metodología, he pasado quince años en la gran ciudad y acá adornan todo, te acomodan todo en diminutivos, te lo dicen sin decir «como que sí» «como que no», así que aprendí lejos de mi círculo materno a expresar con honestidad pero con tacto, quiero decir, con adorno que suavice mucho, así que a veces logro ese tacto, no me sale del todo bien, cuando me siento muy muy en confianza como con las amoras, soy cruda como me enseñó mi círculo materno, y eso no es bien recibido, si les soy franca, voy buscando códigos maternos con las amoras y esto es determinante para mí, para permanecer, no me quedo donde tengo que adornar todo con diminutivos, también me resulta cansado no poder habitar la realidad más que por sus ramas, por eso creo lazos con las amoras que me sueltan salpicones de agua aunque a veces nos adornemos la verdad con cerezas de pastel, de vez en cuando no está mal el «como que sí, como que no».
Como sea, el camino de la mentira es sin duda más cansado, es cargar con una complejidad de dobles mensajes, de cosas no dichas, de burbujas de pensamiento que dialogan entre sí, ya sin nosotras, que más que ayudarnos, nos mantienen exhaustivamente cansadas para darnos amora, unos besos, conversar tranquilas o volvernos lesbianas.

Deja una respuesta