«¿Ustedes saben por qué las mujeres no usan los baños mixtos?», pregunta un hombre en el grupo de una facultad de cierta universidad mexicana que recién se estrenó en la política masculina de despojo de baños de mujeres para convertirlos en «mixtos». Las mujeres, cuidadosas de no ser tachadas de odiadoras, dan argumentos lógicos y sencillos para simplemente ocultar lo evidente: Los baños de hombres no son seguros para mujeres, aunque se vistan, nombren o enuncien de mil maneras distintas. Ellas optan por caminar al único baño de mujeres que queda en todo el lugar y prefieren hacer fila antes que meterse al baño de los hombres, digo, «mixto». Los hombrecillos esperaban que ellas obedecieran sus caprichos y ellas simplemente siguieron haciendo la rebelión en cada respiro. Como estos tipos ahora lo saben, las llaman «terfs de clóset», pero yo no creo que estén en el clóset, creo que ya han salido por la puerta principal y te están diciendo que no te van a obedecer, lo que hace cada una de ellas solita, al no entrar al baño queer, es un desfile desmpampanante de dignidad. Son maravillosísimas.