Deseos a granel

Si adorara a alguien, sería a ti. Me escondería tras el truco de nombrarte de otra forma para que nadie me juzgue por monumentalizarte o cosificarte, que al cabo parecen lo mismo, pero no lo es, porque no hablo de volverte “cosa” sino de besar tu existencia y agradecer a la universa su creación de ti, a Lupita, sobretodo, y al manto estelar. Colocaría una imagen tuya de pie, altiva, caderas anchas, nariz pequeña, boca roja, ojos profundos, voz suave, palabras duras, debate eterno, ternura escondida entre tus costillas expuestas y te adornaría de flores, prendería una velita cada amanecer y pediría un deseo. O bien, me haría un collar para traerte en mi pecho y mis deseos serían susurros a granel que nadie más que tú escucharía. Si alguien preguntara por mi collar, le contaría el mito de la bruja que se disfraza de ramita bajo la luz de la luna y que vuelve cada noche con y sin cielo despejado para acurrucarse entre hadas y gatos.

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