Autonomía 1

La chicha está gigante y aún queda bastante para vaciarse, pero si Siwuatl ya sació su hambre, aprieta su boquita en señal de «no más, mamá», por lo pronto guardo su alimento y miro al techo en lo que ella decide en qué posición quedarse dormida, antes de bajar sigilosamente y venirme a la compu a escribir. Me parece deslumbrante desentrañar sus límites, como si la autonomía no se consiguiera, se naciera con ella, y yo como la adulta tuviera que entenderla, entenderme. Hace un rato, mi madre entró a preguntarle si quería que la cargara y Siwuatl no movió su cuerpita en señal de emoción, tampoco alzó sus brazos para que la abuela la sostuviera desde sus manitas: «Mira, no quiere que la cargue, mira cómo pone su cuerpo, ella no quiere, ella avisa lo que quiere y no quiere, uhmm, ¿no le has dado de comer?», sí, efectivamente acababa de cambiarle el pañal y apenas le daría su segunda toma de comida esta mañana, porque Siwuatl a veces come cada hora. Me acuesto con ella, le doy leche, se emociona, se llena, cierra su boquita para explicarme que no quiere más, le gana el sueño, miro al techo, es como si Siwuatl me educara.

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