Hay una ginecóloga que lleva varios días explicando a sus lectoras que nada justifica quitar un útero sano como medida de prevención de cáncer, es decir, que no hay justificación médica para quitar un órgano sano en el cuerpo de una mujer y que los riesgos de tal cirugía, como cualquier otra, son altos: lesiones en vesícula, perforación intestinal, fístulas, hemorragias, entre un sinnúmero de otras consecuencias. Les aclaró que solo en casos muy particulares se puede considerar la histerectomía, pero que siempre debe tratarse como la última opción.
Muchas mujeres se molestaron e incluso han usado el famoso «es mi cuerpo y mi decisión» para defender el odio que aprendimos sobre nuestro cuerpo. La médica contraargumentó que no es lo mismo tomarse doce pastillas de misoprostol para abortar, que someterse a una cirugía para quitarse un órgano sano. Es más, hasta les evidenció cómo nadie sugiere quitarse los riñones, la vesícula o el hígado sano como forma de prevención «por si un día da cáncer».
De todas formas ellas se enojaron y le siguieron contestando que anhelan, desean y ahorran para quitarse su matriz porque, como les dijeron los médicos hombres, «útero que no da hijos, da problemas». Acabo de leer a una mujer decir que todas debemos quitarnos el útero pasados los 36 años «porque ya solo está de adorno». Y otra mujer incluso dijo que el útero no es un órgano sino una «cavidad sin importancia» y ya la ginecóloga le respondió que el útero sí es un órgano y es tan importante como los demás órganos de nuestro cuerpo. De todas formas, ellas siguieron en la creencia masculina de que el útero está para tener hijos y si «ya no se usa», o «no se usó», solo dará «problemas» porque nos queda como basura, adorno o enfermedad anunciada.
Obviamente esas cosas horribles no se les ocurrieron a ellas solas, hay una complicidad gigante de médicos que quitaron el útero sano a nuestras abuelas bajo su misoginia, así aprendimos, con el testimonio de nuestras ancestras, que es mejor no tener útero para evitarse problemas y era falso. Hay mucho odio depositado en un órgano de nuestro cuerpo tan único, lleno de memoria ancestral, increíble y atesorado, donde se suscita la universa entera. Hay mucho odio depositado en nosotras, tan doloroso, tan de ellos y su violencia feminicida, que solo andamos repitiendo sin sentirnos a nosotras, sin mirarnos siquiera. Yo anhelo y deseo que ese odio un día desaparezca sin dejar rastro.