Anoche hablamos de la intuición en un grupo de mujeres, terminó la sesión, me metí a bañar, antes de dormir, puse en una mochila, en mi mochila de diario, dos sudaderas, una para mi hermana y una para mí, busqué mi linterna que yacía como adorno de pared y le puse un par de pilas de un paquete a medias que se quedó, metí mi cangurera con unos pesos y unas chanclas por si otra vez salíamos descalzas en medio de la lluvia. Va a temblar por la noche, lo pre-siento. Dudé en deshacer mi mochila, pero volví a escuchar las voces de las mujeres: confiar en la intuición. Puse mi mochila cerca de mi cama. Hoy desperté sintiéndome un poco ridícula al ver mi equipaje preparado, nunca antes lo había hecho, creo que ya estoy enloqueciendo en la pandemia, prendí el zoom y me reuní con otro círculo de mujeres, empezó a sonar la alarma, avisé que salía, una más alcanzó a avisar también, tomé mi mochila, salí con mi hermana, ella preguntó extrañada, ¿qué tiene tu mochila? mientras estábamos ya en el lugar seguro, sentí que iba a temblar, le mostré las sudaderas, la linterna, le dije que me faltó poner dos botellas de agua. Y nos abrazamos mientras todo pasaba, los jalones de la tierra nos mecían.