Primeros días de incertidumbre

Es cansado todo lo que pasa, por un lado, la calle como si nada, los atardeceres, la gente, las niñas y niños corriendo en las canchas. Por otro, el mundo apocalíptico de internet con sus autoridades hablando el lenguaje de la guerra, la incertidumbre económica y los plazos de tiempo que se vuelven extraños y absurdos. ¿Cómo creerle a las autoridades en un mundo patriarcal? ¿Cómo obedecer sus plazos si trabajan contra nosotras? Luego sus cifras de muerte que siguen siendo pequeñitas comparadas con los feminicidios cotidianos y las desaparecidas, vivimos con el riesgo latente de ser asesinadas, ¿por qué nos daría miedo un virus? Claro, nos dicen, porque es información «científica» y hay que «cuidarnos», entonces nos guardamos en casa, pero hay que salir de todas formas, a vender, a entregar productos, a los empleos, los metros siguen llenos a ciertas horas, las mujeres están en las panaderías atendiendo, limpiando los pisos, cuidando niños y niñas mientras se apuran en sus trabajos, las enfermeras cabecean en el transporte, cansadas y explotadas. Me asusta que se nos acabe el análisis del patriarcado y corramos temerosas en sus versiones, las de los hombres, pero también me asusta ponernos en riesgo ante una amenaza de infección, aunque también, confieso, me gustan los atardeceres en la primavera, y las niñas corriendo tras un perro, como si nada pasara aquí afuera, sentir el airecito de los árboles de donde vivo, qué delicia.

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