Recuerdo que entraste a la sala de una de mis más grandes amoras, habíamos convocado a lesbianas y tú sabías que era un grupo autónomo, era domingo para desayunar, atiborradas en ese departamentito multicolor. Yo ya te conocía, de una vez en una fiesta de esas que solía ir de jóvena, me contaste que estabas por entrar a esa gran ONG que todas sabemos se dedican a alquilar mujeres para la explotación reproductiva, dijiste que no eras como ellas, «que querías cambiar al sistema por dentro», yo no te creí. Ya con ese puesto, tiempo después, viniste a casa y te sentaste con nosotras. Recuerdo que te miré preocupada por el cinismo de venir como quien no se entera que trabaja para el enemigo. Habíamos abierto las puertas de casa porque de vez en cuando se abren para todas las que quieran venir. Recuerdo que participaste, que hablaste del terrible feminismo liberal y que te despediste temprano. Hubiera querido decirle a todas y a ti de frente, que habláramos de tu trabajo, para que nos contaras sobre por qué tú que te dedicas a defender a «contratantes de mujeres» en la «gestación subrogada», querías venir con nosotras, ¿querías dar nuestros nombres? o era más mezquino y solo querías, quizá, hacer algo así como turismo de la pobreza, no sé cómo llamarlo, aquí hubo frijolitos para todas a diferencia de tus grandes cenas financiadas por el Banco Mundial. El otro día te vi en redes sociales, en tuiter, específicamente, hablabas muy «acongojada» de las terribles mujeres lesbianas «transfóbicas» mientras publicabas tu columna de la ONG para la cual trabajas, donde hablas de prostitución, trans y renta de úteros como «cúspide de libertades», ya no eres solo una empleada, por lo que veo, has ascendido rápido. ¿Esa vez que viniste a casa sí era solo turismo o hay aún quienes pagan por llevar información? Las mujeres más jóvenas que te leyeron, estos días, quisieron decirte, explicarte, sobre cómo hablar de nuestra cuerpa no es transfobia y tú respondiste con tuits de mucha victimización oenegera, ese discursito de que hablar de mujeres contraviene «los derechos humanos». Tampoco me ha dado tiempo de avisarles, por eso escribo, que tú no estás ahí como una tuitera más, de esas confundidas que repiten lo que está de moda, a ti te pagan por venir a escribir tonterías, tu pago de nómina lleva el costo de la vida de las mujeres, eres parte de la gran jerarquía de regalonas del patriarcado y como tú, tantas que se hacen pasar de «independientes». ¿Cuántas seguirán yendo a sentarse a las salas de mujeres que se reúnen de manera autónoma y todavía osan en quejarse del terrible feminismo liberal mientras trabajan para éste?
