La actuación de víctima es masculina

¿Han escuchado que a las mujeres nos gusta hacernos las «víctimas»? Yo he visto hacerse las víctimas a hombres. Sus historias suelen ser de una exquisitez del drama apabullante. Malvadas mujeres que les hacían la vida imposible en sus trabajos. O que los enamoraron. O malvadas mujeres y hombres que no valoraban su inteligencia, talento o destrezas. Tremendos trayectos llenos de obstáculos donde ellos resultaban ser casi héroes derrotados que «a pesar de todo siguen adelante». Siempre hay una historia terrible de un abuelo tan pero tan trabajador que no le quedaba más que golpear a su esposa al llegar a casa. Pobrecillo hombre, vieras sus manos ásperas, llenas de callos, las arrugas sagradas, su corazón roto y sus sueños no cumplidos. En cambio, como se imaginarán, las mujeres eran algo cercano a demonias enfurecidas sanguinarias. Malvadas tías, vecinas, hermanas, madres y compañeras de trabajo que resultaban más terribles que el mismísimo diablo, más machistas que el hombre más machista, más violentas que la misma violencia. Y nos lo vamos repitiendo mientras averiguamos por qué vivimos en sociedades feminicidas.

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