Una tiene que aprender un buen día que idealizar a otras nunca resulta bien. En el enamoramiento, en las equipas, en la amistad, en el amor. Pero una también tiene que aprenderlo en la práctica política, solemos adjudicar a las acciones de otras, un significado que no está, una idealización que no corresponde, que está fuera de lugar porque ellas accionan desde otro sitio con otros ideales, además, recuerden que vivimos en la posmodernidad y el rango de decepción es amplio por el exceso de neoliberalismo en todo. Pasa como en las relaciones amorosas entre nosotras, si tú te aferras a idealizar a la otra, no vas a poder conocerla y tampoco vas a poder compartir, mucho menos amar, habrá una sobreexigencia para que ella te responda, te sentirás herida, traicionada porque no es lo que tú imaginaste que era, porque no es una imagen inerte, es una mujer, con sus errores, defectos, patriarcaladas, si pudieras comprenderla desde ahí y ella a ti, podrían construir algo, antes no. Bueno, hagan de cuenta que lo mismo con las acciones colectivas de otras mujeres en el feminismo, no pongamos cosas que ahí no están, necesidades ajenas, proyecciones de sueños, porque nos van a romper el corazón, mejor entendamos que accionan desde otro sitio y que desde ahí podemos coexistir, colaborar, apoyarnos. Claro, esto dependerá de si nuestras causas son compatibles o no, como en el amor, como la maravilla de encontrarnos amigas.