Estrella, mi madre, coloca en una cubeta de metal: maíz, cal y agua y lo pone a hervir sobre una hoguera que improvisa en el patio, luego va al molino y por 12 pesos le entregan la masa. «Tu abuela ponía la piedra de cal a hervir y así obtenía la cal». Yo nunca he tocado la masa más que para comerla a escondidas de niña. Tampoco sé echar una tortilla y me cuesta comprender que se puede triturar una piedra hirviéndola. Nada más hay una generación de distancia. He pensado tantas veces que mi mamá debe dejar ese negocio pronto, es mucho cansancio y explotación, pero aún no salen las cuentas: memelitas y tlacoyos –estilo Tehuacán– salen cada noche para venderse a precios raquíticos. El otro día que veía a mi madre, uno de esos días en que mi columna me sepultó en una silla con cojines sin poder caminar, la vi amasar, preparar su masa para la venta, acomodarla en un recipiente, volverla a golpear, amasar de nuevo, mi mamá hace un proceso que data de miles de años atrás, heredado por sus –nuestras– ancestras, con una metodología que no ha cambiado por generaciones (hervir, triturar, amasar), es el mismo proceso porque el alimento que requerimos es el mismo, aún no nos alimentamos de plástico por más que insistan las empresas, lo que quiero decir es que en ese procedimiento que está hoy sepultado en el capitalismo como explotación, subsiste un ritual de mujeres poderosas, ese mismo proceso de usar las manos y tocar el alimento, del que las de la ciudad fuimos despojadas, no es «cocinar» y ya, es comunicación ancestral, la vía a través de la cual se alimentan de fuerza, a pesar de todo. Está también en la salsita de guajes que es el platillo favorito de todAs en casa, el favorito de mi abuela, que solo se hacía en cumpleaños o celebraciones, cuyos ingredientes son los más antiguos en la región, por decirlo más claro: las primeras plantas domesticadas fueron maíz, guajes y chiles. Comemos guajitos en salsa, con memelitas que hacen las mujeres con maíz nixtamalizado, pero no podemos creer que podemos regresar a la sociedad ginocéntrica de donde provienen esos procesos de miles de años atrás, aún cuando la vida sigue siendo eso: alimento, agua, respirar, movernos.
