Escuelita niñas de verano feminista I

Es cierto, no tengo hijas. Es cierto también que quiero tener una, aunque a veces dude mucho de si estoy entera para algo así. Entera para adoptar, entera para que mi caos personal no la afecte negativamente. Entera como para no arrepentirme de abandonar mi vida de una para volverla una vida de dos de alguna forma, y al mismo tiempo, respetando cada quien su libertad. Miro a las mujeres que son mamás, todos los días hacen esfuerzos sobrehumanos para llevar a las niñas a la Escuela de Verano Feminista, consiguen un tiempito para alcanzar a dejarlas antes del trabajo y después para pasar a recogerlas a su hora de comida. También van abuelas, tías, vecinas y amigas que consiguieron hacerse vida para entregarle a la niña una experiencia entre mujeres en lugar de pasar ese día viendo internet en casa con hombres. Cada vez se parecen más a mí o cada vez me parezco más a ellas. A veces las miro y veo mis ojos en sus ojos, mi boca en su boca, sus miedos en mis miedos, su llanto en mi llanto, su curiosidad en mi curiosidad. Es cierto que no tengo hijas y es cierto que apenas alcanzo a dimensionar lo que han pasado. Son mujeres que tienen mi edad, un poco pasadas sus 30, a veces no llegan a los 25. Yo a los 25 tenía una vida de mala muerte porque no tenía ni qué comer, pero no había nadie que me pidiera alimento, podía como fuera, sobrevivir con tacos de guisado y pasta del súper. La han tenido mucho más difícil y nunca ha habido duda. Solo que antes no podía encontrarme en ellas, eran señoras ajenas a mi pedazo de mundo. Pero ahora vibro con todas, con las señoras, con las niñas, con mis compañeras jóvenas, con las quinceañeras, he sido todas de alguna manera. He sido la pequeña de coletas que tiene miedo por una película de terror, la quinceañera temerosa de hablar fuerte, la joven recién egresada dando sus primeros talleres, la hermana preocupada por sus hermanitas, y ahora, quién sabe cómo, me reconozco en aquellas que han maternado, las reconozco sin el oceáno de dudas y temor que antes había entre ellas y yo.

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