Hay una pregunta que viene comunmente a la boca de todas cuando contamos de la vida sin hombres, de las ginosociedades ancestrales, de la devastación patriarcal que ellos arremetieron contra nosotras los últimos miles de años. Esa pregunta es en realidad miedo: «¿entonces estaríamos mejor en un mundo de mujeres? ¿y qué hacemos con los hombres? No quiero ser mala». ¿Mala de qué? ¿De dedicar nuestra vida a ser felices? ¿De existir en un mundo sin el miedo latente a que un hombre nos quite la vida?
Pero el miedo continúa, lo he escuchado por montones, están teniendo miedo de un mundo que no existe hoy, en cambio, lo que sí es nuestra realidad es que nos debemos cuidar de no ser violadas o asesinadas por hombres; pero qué curioso que eso no dé miedo , es decir, tenemos miedo de qué pasaría si nosotras nos volvemos independientes y autónomas en lugar de temer por esta vida patriarcal de hoy.
El pensamiento queer y liberal, lo que incluye el radfem, juega con ese miedo, con ese temor, por eso dicen: «queremos abolir el género» o «un mundo sin géneros», tiene eco porque suena bonito, porque en ese futuro no tenemos miedo de volvernos autónomas porque ellos siguen presentes implícitamente «¿qué no ves que se abolirá el género y quedarán personas?», en cambio, si dices: un mundo de mujeres, donde estemos solo nosotras, un monstruo despacito viene a asustarnos, «¡qué terrible sería vivir sin ellos!» cuando dices, hay vestigios en todo el mundo de que las mujeres estuvieron organizadas exclusivamente entre mujeres, viene el temor a «¿eso no es ser mala? Yo no quiero ser mala». ¿Ser mala es convivir y crear con mujeres? ¿De verdad?
Imagínense qué tanto nos tienen sujetas que nos da miedo ser libres, imaginar, pensar un segundo en nosotras, revisar cómo vamos a vivir en esta embestida, que ante los feminicidios se requiere la acción de separarnos de ellos en lugar de seguir atendiéndoles, «¡qué terrible! ¿un mundo sin ellos? jamás», por eso andamos repitiendo que «hay que abolir el género», «un mundo sin géneros», porque implícitamente aún hay hombres en ese horizonte y el orden patriarcal no se altera.