Esta contingencia va a pasar. Olvidaremos unas semanas y volverá a ocurrir cada vez peor, hasta que olvidemos el cielo azul. Las industrias están acabando con todo. También queman a propósito para vender más. ¿Veremos sin hacer? Las comunidades con siglos en resistencia están enfrentándose a recortes de agua, incendios y tala de árboles, cuando nos demos cuenta, habrán acabado con cada centímetro de campo. Nos quedamos con las ciudades secas, sin agua, sin plantas. Aquí las bebés salen a pasear bajo la contingencia, niños y niñas se mecen en columpios de las colonias populares mientras Twitter narra de partículas de 2.5 dañinas. Oye, Luisa, ¿qué? ¿la gente en Polanco no se muere? ¿por qué?, porque pasé y estaban tomándose sus cafés y cervezas en sus terrazas como si nada, me cuenta mi hermana que ya está vistiendo su cubrebocas dice que 50 por ciento efectivo. Aquí toda la gente ha asumido su muerte. Yo pienso en cómo escapar, ¿nos iremos en bicicleta con máscara antigás? ¿o nos acostumbraremos a pagar miles de pesos por tener agua en casa? ¿todo el mundo hará home office y el capitalismo se sostendrá por relaciones virtuales como ya está pasando en la fiebre de las apps? ¿Será posible hacer comunidad con nuestro pedazo de cielo? ¿Podemos tener nuestro pedazo de cielo? ¿Qué tal que una foto desde allá afuera arriba de nuestra comunidad muestra intocable el aire? ¿No, verdad? Su mierda nos va a terminar aplastando, a menos que pensemos algo rápido. Alguien aprovechó para incendiar el local vacío de varias cuadras cerca de casa, pero aquí las bebés salen a pasear en brazos sin nada que las proteja, ni la tela sintética de un cubrebocas, ¿van a mutar? ¿o ya mutamos y por eso nos estamos acostumbrando a no soñar?