Ella comenzó a llegar a las seis de la mañana a la explanada, venía sola, con sus shorts deportivos, una bocina con música moderada y sus rutinas de amazona. A la hora en que yo paso está en la parte más dura de la rutina, las mujeres que caminamos paseando a nuestros perros, la miramos, qué fuerte y qué potente. ¿No le dará miedo venir con minifalda en la oscuridad? Quizá no, por sus músculos, ella confía en su fuerza, pero es delgada, casi diminuta.
Un día quise hablarle, ¿quién no quiere ser amiga de la mujer más fuerte del barrio?, pero soy tímida, quien sí lo hizo fue la señora de junto y al otro día ya eran dos haciendo burpees, qué ganas de estar con ellas, qué fuerza. Luego vino una mujer más, debieron pasar semanas entre una y otra integranta, las vi subiendo escaleras todas sudorosas y felices bajo la guía de la amazona mayor, ¿y si me uno? le temo a mi poca actividad física, a mi inconstancia. Hoy pasé y van cuatro mujeres, qué increíbles, ya les alcanza su equipo para hacer parejas y sostenerse las piernas mientras caminan con sus manos.
A la vuelta viene otra de las personajas matutinas, a veces también las llamo fantasmas, dicen que la odian, supe en el grupo de whatsapp que la gente no se acerca, cómo acercarse, viene con siete monstruos blancos, que en realidad son peluches, sus perros gigantes son como bombones y ella una reina de las nieves, ¿será su gorro de navidad?, entre sus bombones, ella se siente colorida y transparente a nieve, debe tener más allá de setenta años. ¿Saben?, hace un par de días me saludó, fue el día que no le puse cadena a mi perro, es que el Bruto, como se llama mi perro, es muy saltarín y yo temía que se escapara, pero un día me animé, ella pasó cerca, lenta, casi embarrándose en el piso y me saludó por fin: Buenos días. ¡Me saludó la señora de los bombones! Pero hoy sí iba con mi perro amarrado, ella ni siquiera me miró, sus bombobes andaban por doquier, lentos como ella, sin hacer daño a nadie, sin cadenas también.
Hay otra fantasma más, ella siempre me dice la misma conversación, en el mismo lugar, yo ni siquiera alcanzo a decir algo, he creído que no existe: «Hola, buenos días, el otro día un perro me tiró y su dueño no quiso pagar la fractura, ¿sabe? yo vivo sola y todas las mañanas paso por aquí, que le vaya bien, cuídese». Y camina sin que yo alcance a contestar, ¿existirá? Ella es la fantasma que me da más miedo, de las demás dudo de su existencia, por supuesto, pero de ella aún más, ¿qué dirán de mí las otras fantasmas?