Adiós, amiga

No creo más en el esquema de pareja ni en los enamoramientos caóticos. Creo en mis amigas, las amoras que amo y en las emociones que yo misma me procuro. En los enamoramientos de esos esporádicos que te emocionan y sueltas sin necesidad de poseer. Me encanta emocionarme y no poder dejar de hablar con la compañera que recién conozco, o conozco de años, amo sentirme correspondida y que ella no pueda dejar de hablar tampoco, sentir que hay un imán entre las dos, y luego amo que se vaya a su vida, con las suyas, en sus esferas, en sus sueños, amo sentirla y disfrutar el momento sin que haya necesidad de más. Creo que las amigas dejan de ser amigas un buen día y eso está bien. Creo que hay que aprender a dejarlas ir aunque duela y también creo que hay amoras que son para toda la vida y otras que nos tocó conocerlas solo un ratito y está bien. Me gusta mi vida aunque me duela la espalda luego de años frente a la computadora, pero ya me duele menos porque la inflamación se está yendo. También ando tristilla porque me está costando dejar ir a una gran gran amiga de mi vida, pero la dejo ir porque no puedo ser partícipe silenciosa de lo que la va a lastimar. Supongo que ella también aprendió a dejarme ir hace varias vidas, pero ahora me toca despedirme, dejar de enojarme por cosas que no son mías, dejar que la vida de sus giros y quizá un día volverla a encontrar o quizá no, pero aún estoy molesta y me ando enojando con toda la gente desconocida alrededor. Mi mamá ayer me marcó por horas como una vieja amora, fue raro porque a veces se le olvida que es mi mamá y se queja de cosas que se queja cualquier mujer, pero otras veces se acuerda y guarda secretos, me dijo el día de mi cumpleaños que eramos muy viejas en eso de conocernos, es verdad, señora, la conozco de siempre.

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