30 de septiembre

Qué desamparo vivir todos los días en el patriarcado. Los hombres que podrían matarnos son quienes califican los textos de las mujeres, quienes autorizan sus salarios y quienes revisan nuestros órganos para medicarnos. Qué desamparo quedar frente a uno de ellos como última esperanza, él quien nos mira como una cosa, y creo aún así, que sus cosas tienen más valor para él; quien siente desprecio por nuestra existencia y hasta asco; quien de poder nos mataría en cualquier rincón de su casa o a plena luz de la calle, sea tu única «opción». Qué desamparo entonces comprobar su gusto por asesinar mujeres detrás de cada uno de sus movimientos. Qué desamparo tener que luchar todos los días porque de no hacerlo, ellos nos terminarían. Luchar, luchar, luchar por cada aliento. Pero qué fuerza sabernos de pie después de todo, juntando pistas de vida para no quebrantarnos, reuniendo llamas de rabia que una vez reunidas, explotarán todo que ellos son y nos han hecho.

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