Las autoridades de la UNAM tendrían que responder con urgencia a todas las demandas de las estudiantas. Sacar acosadores y violadores, profesores y alumnos, y renovar su personal con mujeres maestras, dar respuestas contundentes. Las estudiantas no están organizándose para hacer anarquía o quemar las universidades, están pidiendo estudiar ahí mismo, pero sin acoso, sin riesgo de violación ni feminicidio. Están pidiendo que se atiendan sus denuncias y que se investigue la violencia contra las mujeres. Es una propuesta por dentro de la institución patriarcal que se resuelve con institucionalidad, es re sencillo en términos de lo que pueden responder las autoridades. Pero ni eso puede dar el patriarcado. Les demuestra que incluso con el lenguaje institucional que ellas aprendieron ahí, por ejemplo, repasando y criticando el protocolo, el problema no es de reglas, es de dominación, nos están diciendo: ninguna mujer por encima de ningún acosador; están diciendo: dejaremos que acosen estudiantas con tal de que la violencia misógina de los hombres las apague como estadísticamente de preveé cada año en ese espacio, las autoridades de la UNAM son de un calibre feminicida intachable, cínico y claro, de manual, lo estamos viendo muy de cerca, son de tal calibre que el rector no tiene reparo en tratar a las mujeres abiertamente como «su» propiedad: «nuestras mujeres».