Nos despojaron del hilo de la vida que ahora creemos que resistir es adaptarnos a los cánones de la muerte de los hombres: alabar sus instituciones, su infertilidad, sus productos para morir y sus ideas suicidas; nos despojaron tanto que ahora adoramos símbolos de concreto que nos recuerdan el asesinato. Resistir es en cambio volver a sembrar nuestros jitomates, conocernos la cuerpa y encontrar lo que podemos hacer, resistir es besar a las amoras, sentir nuestra cuerpa palpitar, estirar las manos, los pies, dar un jalón de oxígeno, acariciar nuestro clítoris, conocer lo que puede hacer nuestra útera, nuestra corazona, amarnos, amar a nuestras compañeras, a las mayores, a las niñas, a las bebas, es decir, calzarse bien a bien toda la vida, lo verde, lo azul, la tierra, agua y la vienta, que es nuestra resistencia y rebelión.