La clave de la rebelión feminista es no perder la esperanza. No pierdo la esperanza en que seamos enteras para nosotras mismas. No pierdo la esperanza de una munda nuestra. No pierdo la esperanza de otras condiciones, otros hogares, otras amoras.
Si perdemos la esperanza, nos movemos desde la muerte. Si perdemos la esperanza, no hay nada qué hacer más que esperar nuestro turno, que nos alcancen, aceptar el precio a lo inevitable aunque sean ellos quienes nos comercian.
La esperanza no es fantasía, no es imaginar que con un nuevo atuendo dejemos de ser mujeres o creyendo que cambiando enunciaciones se derrumbe todo. La esperanza, al contrario, se centra en las condiciones actuales, pero soñando en superarlas, hacer añicos al sistema patriarcal capitalista colonial, desterrarlos a todos para que seamos enteras sobre la tierra, con todo lo verde, todo lo azul, todo lo cristalino que siempre fue nuestro, nuestra munda.
Si perdemos la esperanza, perdemos todo. La esperanza se mantiene a toda costa aún con recesos, la esperanza no es fantasía, la esperanza sí es sueños, la esperanza sí es imaginación, sí es planes, sí es palpable, sí se hace de pasos hoy.
Para mí, la clave de la rebelión feminista es no perder la esperanza, porque si la perdemos, no tenemos nada.